Todo es
cuestión de enfoques y de la trinchera en que nos encontremos. Al despertarnos
cada día nos encontramos con noticias que nos impactan, sobre sucesos locales,
internacionales, del mundo de los deportes o del espectáculo, particularmente
cuando hacen referencia a sucesos en la vida de las personas a las que
admiramos, por su tenacidad o sencillamente porque los vimos crecer en su
carrera en forma paralela a la nuestra. Cuando hacemos una análisis del libro
de nuestras vidas, siempre recordamos las dos caras que nos acompañan, la
versión de la felicidad a la que los antiguos griegos llamaron la Musa Talía y
la cara opuesta que es la de la tristeza que representa la Musa Melpómene.
Cada uno de
nosotros es caracterizado ante nuestras familias y amistades con una de
estos rostros, algunos con la simpatía y
otros con el rostro duro, y las personalidades que uno admira también tienen un
nombre con el que los identificamos. Tal es el caso del artista de cine y
televisión Robin Williams, a quien vimos nacer en los programas de los 70´s
como el simpático extraterrestre “Mork”, esa fue su primera cara la de la
alegría y la inocencia, para después ver su crecimiento en el cine con papeles
tan complejos como el soldado de guerra que despertaba con las noticias de la
radio, les daba esperanza para regresar a casa, o el padre de familia que para
estar con sus hijos debía de redoblar esfuerzos para disfrazarse de una “nana”.
Estos son sucesos a los que nos enfrentamos a diario.
El
Mundo del Espectáculo vive de las noticias, algunas de historias impactantes en
la vida de los reyes de la comicidad que lucharon contra la depresión y el
abuso de sustancias, no siempre con éxito. Tenemos los casos de Jonathan
Winters, héroe del mismo Robin, quien fue internado para tratar este problema.
Del popular Dick Van Dyke quien reconoció que vivió en estado de embriaguez
durante dos décadas, así como el chico dorado de Saturday Night Live, el
original John Belushi que se nos adelantó por sobredosis. Estos artistas
representan la cara de la tragedia, la misma que enfrentan todos los días
personas al buscar sacar adelante a su familia, sus trabajos y sus pequeños
grandes problemas por la falta de estimulo, apoyo o porque simplemente se han
rendido de luchar al optar por el abuso de sustancias para escapar de la
realidad de la vida.
En las dos
caras uno determina como afronta sus asuntos, si lo haremos con toda la carga o
optamos por hacerlo a la ligera. Esa es la misma versión que el resto de la
gente que nos rodea debe tomar, porque cada uno tiene una máscara para afrontar
sus problemas, y realmente no sabemos si lo hacen con la felicidad de Talía o
la Tragedia de Melpómene. En este contexto todos enfrentamos adversidades que
nos hacen reflexionar, pero no debemos dejar que se quiebre nuestra visión de
las cosas.
Es así como
reflexionamos cuando vemos partir a un personaje que creció a nuestro lado, y
por ser famoso lo vimos en las etapas de la cúspide y sus altibajos. Como diría
el grupo español Mecano ante la muerte de Salvador Dalí “los genios no deben
morir, al igual que su legado”.
Notas al Vuelo: La máscara de la felicidad ronda las designaciones
para las elecciones del 2015, pero después vendrán las de la tragicomedia.
El autor es analista político desde 1992, catedrático universitario
y con amplia formación en el servicio público.
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