martes, 26 de marzo de 2019

CUANDO NO HAY RESPETO


UN TERRITORIO SIN PROTOCOLO ES…        
Por Juan Enrique “Pájaro” González

Todo es cuestión de enfoques y de la trinchera en que nos encontremos. Cuando el Mandatario de la Nación era el Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, aplicaba la misma estrategia de lo que hoy realiza como Presidente, tenía contacto diario con los Medios de Comunicación, aplicaba los apoyos a programas asistenciales, se movía en un bocho que era propiedad de su chofer Nico, ¿se acuerdan de él?, permitían que la gente no respetara las leyes porque no podía combatir la inseguridad, realizaba mucho contacto ciudadano con las clases populares pero en contraparte se confrontaba con quienes gozan de otro nivel intelectual y social. Siempre buscaba quedar bien con todos, pero cuando no sucedía lo que él esperaba, descalificaba a quien pensara diferente y generaba las circunstancias más inverosímiles para crear una caja china, la misma que sigue aplicando hoy para distraer a la opinión pública.
¿Esta fórmula mágica les suena familiar a cualquier circunstancia actual que se vive en el país? Al final, la Capital de esta poderosa Nación sigue igual en el antes, durante y después de la era de Andrés Manuel, claro que ha avanzado porque la sociedad debe de evolucionar, pero no ha llegado a un punto de excelencia que es el que nos quieren vender. La falta del trato para atender los asuntos diarios, para conciliar y manejar un lenguaje incluyente es muy notaria, tanto que quienes admiran y confían en él, hacen todo para defenderlo a capa y espada, aun cuando lo abuchean en un estadio en la Ciudad de México, en el campo de los sueños dónde ahora nos presume que siempre ha jugado béisbol y que inclusive hoy nos presume que era prospecto de Ligas Mayores. Pero porque antes en sus 18 años de carrera presidencial ¿nunca nos había comentado lo anterior? Solamente falta que culpe de no haber jugado en la Gran Carpa a otro mexicano que se atrevió a ser irreverente, porque tenía un gran talento deportivo y un carisma que movió a otros a jugar al béisbol, a un tal Fernando, por haberle robado sus sueños.
Lo anterior es producto de que no existe un Mandatario que respete las normas sociales, ni los convencionalismos, ni mucho menos el protocolo que debe de seguir el Presidente como líder de una Nación, un protocolo son las reglas que van desde el comportamiento, la seguridad y el lenguaje, ese lenguaje que nos recuerda que “lo que quiso decir el Presidente fue…” pero la gran diferencia con Vicente Fox, es que Fox si aceptaba la crítica y reconocía cuando se equivocaba. En contraparte pensemos en un jefe de trabajo, un maestro de escuela o un padre de familia que simplemente se limita a imponer sus puntos de vista, a pesar de los pesares, y todavía debemos de defenderlo ante el alud de críticas que se generan por su actitud.   
Y aquí tenemos un caso muy particular, porque un Presidente sin un rumbo claro, conduce un auto por un camino poco claro y máxime cuando los demás lo siguen en vehículos que están igual que el de nuestro líder nacional. Hace unos ayeres era impensable que un ciudadano mexicano circulara por territorio nacional un automóvil sin placas, como también lo era que intentará manejar un carro con placas de California, porque inmediatamente intervendría la autoridad fiscal o de tránsito para solicitarle la documentación que avalara que ese vehículo de motor estuviera legalmente en el país. Claro esa la situación de México hace unos ayeres en las que se aplicaba la ley.
En la actualidad la situación es más relajada, ya que la autoridad federal primero permitió que un  ciudadano mexicano circule en su comunidad sin papeles, lo que hoy se conoce como autos chocolate, bajo el argumento de que posteriormente lo regularizaría. Sin embargo el tema se ha ido relajando cada vez, al grado que es común ver a un paisano manejando un vehículo con placas de los Estados Unidos de Norteamerica, de cualquier Estado de los vecinos del Norte, cuando antes solamente eran de California, por lo que hoy es común ver placas desde las regiones con los que somos frontera, como las entidades más alejadas.
No necesariamente se caracterizan por conducir con respeto a las leyes locales, mucho menos respetarían las reglas del otro lado, que son en definitiva más estrictas. Por eso resulta increíble que el gobierno federal permita esta situación, una libre circulación de unidades sin placas, sin licencias y mucho menos sin seguros de responsabilidad. 
Este pequeño detalle abrió la puerta para que personas lucraran con quienes no cuentan con recursos para regularizar sus unidades, por lo que crearon organizaciones sociales sin fines de lucro, para ofrecer sus servicios y asesoría legal, con el fin de mantener un control de identidad, que no es lo mismo que regularizar, pero el objetivo era ese, hacer creer a la gente que tendrían placas para circular por las calles de la ciudad, todo a cambio de una cuota de recuperación, la cual obviamente  debe de ser renovada anualmente.
Esta circunstancia ha llevado a que existan organizaciones campesinas, sociales y de todo tipo que con sus siglas le dan valor a un pedazo de papel que hace las veces de láminas oficiales, por tal motivo, han emitido además calcomanías, tarjetas que aparentan ser para circular y hasta identificaciones que fungen como licencias, todo por una módica cantidad anual que deben revalidar para no perder sus derechos como asociados.
La parte más delicada es que mientras existen grupos que promueven manifestaciones y bloquean carreteras para que no paguemos las cuotas, son los mismos grupos que circulan sin placas oficiales, que ya los vemos en caminos locales, así como en libre circulación por vías federales, poniendo en riesgo no solamente a los tripulantes sino, a quienes están a su alrededor cumpliendo con todas las de la ley. Al respecto, la policía federal está ahí presente en estos actos que califican como delitos, ya sea para circular sin placas o para bloquear el libre trabajo de empresas que invierten en el desarrollo del país.  Somos un país sin ley y sin placas.
Notas al Vuelo: Una carta dice más que mil palabras, primero fue la Carta del Diputado que abandona el barco… ahora es la del Presidente que quiere hundir el barco... Lo cual no deja a ninguno de los dos bien parados. Este pájaro #SiVuela. 
El autor es analista político desde 1992, catedrático universitario y tiene amplia formación en el servicio público.

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