viernes, 22 de marzo de 2019

UN PAIS SIN LEY


UN TERRITORIO SIN PLACAS
Todo es cuestión de enfoques. Hace unos ayeres era impensable que un ciudadano mexicano circulara por territorio nacional un automóvil sin placas, como también lo era que intentará manejar un carro con placas de California, porque inmediatamente intervendría la autoridad fiscal o de tránsito para solicitarle la documentación que avalara que ese vehículo de motor estuviera legalmente en el país. Claro esa la situación de México hace unos ayeres en las que se aplicaba la ley.
En la actualidad la situación es más relajada, ya que la autoridad federal primero permitió que un  ciudadano mexicano circule en su comunidad sin papeles, lo que hoy se conoce como autos chocolate, bajo el argumento de que posteriormente lo regularizaría. Sin embargo el tema se ha ido relajando cada vez, al grado que es común ver a un paisano manejando un vehículo con placas de los Estados Unidos de Norteamerica, de cualquier Estado de los vecinos del Norte, cuando antes solamente eran de California, por lo que hoy es común ver placas desde las regiones con los que somos frontera, como las entidades más alejadas.
No necesariamente se caracterizan por conducir con respeto a las leyes locales, mucho menos respetarían las reglas del otro lado, que son en definitiva más estrictas. Por eso resulta increíble que el gobierno federal permita esta situación, una libre circulación de unidades sin placas, sin licencias y mucho menos sin seguros de responsabilidad. 
Este pequeño detalle abrió la puerta para que personas lucraran con quienes no cuentan con recursos para regularizar sus unidades, por lo que crearon organizaciones sociales sin fines de lucro, para ofrecer sus servicios y asesoría legal, con el fin de mantener un control de identidad, que no es lo mismo que regularizar, pero el objetivo era ese, hacer creer a la gente que tendrían placas para circular por las calles de la ciudad, todo a cambio de una cuota de recuperación, la cual obviamente  debe de ser renovada anualmente.
Esta circunstancia ha llevado a que existan organizaciones campesinas, sociales y de todo tipo que con sus siglas le dan valor a un pedazo de papel que hace las veces de láminas oficiales, por tal motivo, han emitido además calcomanías, tarjetas que aparentan ser para circular y hasta identificaciones que fungen como licencias, todo por una módica cantidad anual que deben revalidar para no perder sus derechos como asociados.
La parte más delicada es que mientras existen grupos que promueven manifestaciones y bloquean carreteras para que no paguemos las cuotas, son los mismos grupos que circulan sin placas oficiales, que ya los vemos en caminos locales, así como en libre circulación por vías federales, poniendo en riesgo no solamente a los tripulantes sino, a quienes están a su alrededor cumpliendo con todas las de la ley. Al respecto, la policía federal está ahí presente en estos actos que califican como delitos, ya sea para circular sin placas o para bloquear el libre trabajo de empresas que invierten en el desarrollo del país.  Somos un país sin ley y sin placas.
Notas al Vuelo:  Una carta dice más que mil palabras, hasta lo que no se anima a escribir el interlocutor. Lo cual no lo deja bien parado. Este pájaro #SiVuela. 
El autor es analista político desde 1992, catedrático universitario y tiene amplia formación en el servicio público.

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