UN TERRITORIO SIN PLACAS
Todo es
cuestión de enfoques. Hace unos ayeres era impensable que un ciudadano mexicano
circulara por territorio nacional un automóvil sin placas, como también lo era
que intentará manejar un carro con placas de California, porque inmediatamente
intervendría la autoridad fiscal o de tránsito para solicitarle la
documentación que avalara que ese vehículo de motor estuviera legalmente en el
país. Claro esa la situación de México hace unos ayeres en las que se aplicaba
la ley.
En la
actualidad la situación es más relajada, ya que la autoridad federal primero
permitió que un ciudadano mexicano
circule en su comunidad sin papeles, lo que hoy se conoce como autos chocolate,
bajo el argumento de que posteriormente lo regularizaría. Sin embargo el tema
se ha ido relajando cada vez, al grado que es común ver a un paisano manejando
un vehículo con placas de los Estados Unidos de Norteamerica, de cualquier
Estado de los vecinos del Norte, cuando antes solamente eran de California, por
lo que hoy es común ver placas desde las regiones con los que somos frontera,
como las entidades más alejadas.
No
necesariamente se caracterizan por conducir con respeto a las leyes locales,
mucho menos respetarían las reglas del otro lado, que son en definitiva más
estrictas. Por eso resulta increíble que el gobierno federal permita esta
situación, una libre circulación de unidades sin placas, sin licencias y mucho
menos sin seguros de responsabilidad.
Este pequeño
detalle abrió la puerta para que personas lucraran con quienes no cuentan con
recursos para regularizar sus unidades, por lo que crearon organizaciones
sociales sin fines de lucro, para ofrecer sus servicios y asesoría legal, con
el fin de mantener un control de identidad, que no es lo mismo que regularizar,
pero el objetivo era ese, hacer creer a la gente que tendrían placas para
circular por las calles de la ciudad, todo a cambio de una cuota de
recuperación, la cual obviamente debe de
ser renovada anualmente.
Esta
circunstancia ha llevado a que existan organizaciones campesinas, sociales y de
todo tipo que con sus siglas le dan valor a un pedazo de papel que hace las
veces de láminas oficiales, por tal motivo, han emitido además calcomanías,
tarjetas que aparentan ser para circular y hasta identificaciones que fungen
como licencias, todo por una módica cantidad anual que deben revalidar para no
perder sus derechos como asociados.
La parte más
delicada es que mientras existen grupos que promueven manifestaciones y
bloquean carreteras para que no paguemos las cuotas, son los mismos grupos que
circulan sin placas oficiales, que ya los vemos en caminos locales, así como en
libre circulación por vías federales, poniendo en riesgo no solamente a los
tripulantes sino, a quienes están a su alrededor cumpliendo con todas las de la
ley. Al respecto, la policía federal está ahí presente en estos actos que
califican como delitos, ya sea para circular sin placas o para bloquear el
libre trabajo de empresas que invierten en el desarrollo del país. Somos un país sin ley y sin placas.
Notas al Vuelo: Una carta
dice más que mil palabras, hasta lo que no se anima a escribir el interlocutor.
Lo cual no lo deja bien parado. Este pájaro #SiVuela.
El autor es analista político desde
1992, catedrático universitario y tiene amplia formación en el servicio
público.
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